sábado, 17 de enero de 2009

Perdí a una niña


Perdí a una niña que rascaba el cielo con los dientes, no sabía nada, solo existían en ella respiraciones de viento. Su sangre bailaba con la brisa hasta que cortaba el frío de la noche. Ella no sabía que en sus pies sonaba el paso del pasto crujir, solo sensaciones, solo raspones, caídas y olores.



Antes que escape díganle que la quiero, ella riza la cicatriz del viento y la cigarra chilla.


Ya está muy lejos. Y mi niña nunca sabrá nada.

Cuando el tiempo era de ella, era hojas, era tierra, era luz, era noche.

No se debía a nadie, solitaria e interminable, perdida en el agua que fluía de sus venas, un soplido la llevaba, no tenia nada, no cargaba nada, era libre.


Nadie sabia de ella, ni yo.

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